Cuántas veces nos encontramos diciendo que los años pasan muy deprisa, que el tiempo vuela, que vamos corriendo detrás de él y que se nos escapa la vida…
Y, súbitamente, un día nos vemos ya con una “cierta trayectoria vital” casi sin darnos cuenta y nos planteamos :
¿Pero cómo ha podido pasar tan rápido?
¿Cuándo me toca vivir a mi?
“Si sólo he hecho que trabajar”…

Aunque las preguntas adecuadas deberían ser :
¿Estoy satisfecho con mi vida?
¿Siento que he vivido la vida que quería y me correspondía?
¿He dado forma y luz a mis sueños?
Si fuésemos realmente honestos, la mayoría de las veces la respuesta es un NO casi rotundo.
En general vivimos bastante ausentes de nosotros mismos,
en un modo muy automático e inconsciente vestido de “hacer y deber”, siempre de piel para afuera…
Un número considerable de personas podrían reconocer incluso, que viven atrapadas en una historia enredada que no es lo que esperaban de su vida…y que si pudieran ir hacia atrás, cambiarían muchas cosas.

Pero no sirve de nada lamentarse del pasado, casi diría que todo está bien y que las experiencias que hemos vivido son las necesarias para llegar al momento presente con mayor consciencia de uno mismo. Sólo de esta manera, seremos los verdaderos artífices y protagonistas de nuestro transitar terrestre.
La culpa tampoco sirve porque la vida no son errores,
son situaciones, decisiones difíciles, elecciones complicadas, pruebas…equivocaciones que necesitamos tener para adquirir horas de vuelo y llegar a nivel “senior experience in life.”
A partir de ahí, si de verdad lo deseamos, siempre podemos modificar hábitos, desmontar creencias, renovar ideas, cambiar nuestra forma de mirar el mundo, evolucionar en base a lo aprendido y transformarnos para llegar a ser esa persona en la que deseamos convertirnos.
Esa es la verdadera enseñanza de la Escuela de Vida.

Un día de repente, desperté…
Y comprendí,
Y descubrí,
Y ví …
Que casi todo depende de mi…
Que yo interpreto y creo mi realidad con mi percepción y mi mirada.
Que si yo cambio, todo cambia…
Y entonces me propuse construir la Vida que Quiero Ser :

Quiero abrir puertas y ventanas a la vida.
Quiero sentirme cómoda en mi piel y pasear por el mundo en “zapatillas”.
Quiero caminar con el cielo en los pies, bailar con el sol en la mirada e ilusionarme siempre por todo.
Quiero plantar un jardín de alegría en mi corazón para provocar sonrisas y regalar vida.
Quiero maravillarme cada día con la Belleza eterna y atemporal que es la Vida.

Quiero soltar todas las envolturas y “pegotes de roña emocional” para poder mudar la piel del alma y vibrar en sintonía con mi esencia más genuina.
Quiero coherencia, autenticidad, transparencia, armonía interna y ser natural en versión original.
Quiero agarrarme a la vida y hacer fáciles las cosas difíciles.
Quiero un nuevo lema de vida : “Todo es posible si lo haces desde el corazón puro”.
Quiero que ese corazón puro tenga cabeza, pies y voluntad para poner en marcha sus deseos.

Quiero existir en mi vida en plena consciencia, ser dueña de mi y darme cuenta en cada momento de lo que estoy haciendo.
Quiero practicar la mirada bondadosa, bonita, compasiva, dulce y amable sobre todas las cosas, personas y circunstancias.
Quiero poder elevarme para ver el mundo a vista de pájaro, con presbicia emocional y perspectiva, pero volando bajo para poder seguir viviendo en tierra.
Quiero disfrutar al máximo de los pequeños placeres de la vida y hacerlos grandes porque la felicidad radica en saber gozar de las cosas simples, divertirse y mirar siempre como la primera vez.
Quiero crear la realidad que deseo y construir la vida que quiero.

Quiero ser la artesana de mi vida esculpiendo cada día con instantes de colores y risas.
Quiero encontrar lo que encienda mi alma para poder caminar siempre vibrante de energía.
Quiero una sonrisa sin edad y una mente sin tiempo.
Quiero ir a donde me explote el corazón de vida y amor,
a donde se me despeine el alma hasta el último aliento vital.
Quiero tener como pecado capital la Gula de Vivir y darme el permiso de Ser y Sentir la vida que soy.

Dra. Pilar Morán