Cada año celebramos el primer domingo de mayo como algo oficialmente instaurado para rendir homenaje a las madres y reconocer su valor…pero ser madre no sólo es un título anual.

Para un hijo el día de la madre tendría que ser todos los días porque es la genitora que nos dio paso a la Vida y nos ha permitido encarnarnos en este mundo ( o bien nos acogió en su seno para criarnos si no es la madre biológica ).

No sólo la sangre hace a una familia, son el amor y el respeto quienes hacen ese vínculo y puede ocurrir (cada vez más frecuentemente) que dicho lazo no sea carnal.

Sean cuales sean las circunstancias de tu clan y sea como sea nuestra relación actual con la madre, esté viva o ya no, es una mujer referente a la cual debemos un respeto y gratitud independientemente de la historia de cada uno… (uno no es su historia, sino lo que aprende de ella y es nuestra responsabilidad cambiar en nosotros lo que no nos gusta).

Tengo el privilegio enorme de ser hija de una madre con entrega y vocación por sus hijos,
pero cada madre es diferente, diversa y siempre valiosa,
con un profundo trasfondo de enseñanzas ocultas en las luces y las sombras de toda vida.

Este año, aparte de dar las gracias a mi madre por albergarme
y darme el precioso regalo de la Vida,
quiero dedicar este reconocimiento a mis hijos…
porque también he tenido el privilegio de ser su madre.
Los hijos son esos pequeños grandes maestros que siempre nos muestran el camino para aprender y mejorar cada día…
Gracias Sylvia,
por la luz de tu mirada, por tu bondad, tu transparencia,
eres como el soplo de una brisa fresca y limpia,
eres puro amor y sensibilidad.
Gracias Marco,
por tu templanza, tu equilibrio, tu honestidad,
por enseñarme el valor de la palabra justa,
por tu valentía, por creer en ti y defender tu camino.

Gracias mamá,
por todo lo que me has enseñado, no sólo con tus palabras
-siempre calmantes como un bálsamo de paz-,
sino por tu actitud, tu ilusión, tus ganas de todo…
que me han impregnado el alma con burbujas de colores.
Tus manos eran cobijo y abrazo,
tus ojos, alegría y complicidad,
tu sonrisa perenne vestía cada día mis miedos,
tu voz quitaba penas y problemas,
siempre tenías consuelo, salidas y soluciones para todo.

Gracias mamá,
por ser como una nube de algodón en la que descansar,
por ser luz para el camino y refugio para el frío,
por mostrarme el valor de la entrega, de dar, de agradecer,
por enseñarme a mirar bonito la vida,
por tu serenidad inconmensurable para aceptar adversidad,
por tus perlas divinas de sabiduría y sentido común,
por sembrar paz en mi corazón,
gracias por tanto amor, confort emocional y ternura,
porque sólo el amor es más fuerte que la muerte…

Mamá, Tu Esencia permanece intacta y Viva.

Dra. Pilar Morán