Dejé de insistir donde no había lo que buscaba.
Dejé de pedir con las manos cerradas.
Dejé de esperar en sillas habitadas.
Dejé de intentar en un cuerpo ajeno.
Dejé de poner mis expectativas en personas ocupadas.
Dejé de pretender que el otro entendiera.
Dejé de poner los ojos y la esperanza en corazones que no querían latir al lado del mío.
Y entonces, magia.
Magia.
Volví a mi como único camino disponible.
Volví a mi, como único destino posible.
Volví a mi, como el único reencuentro pendiente.
Volví a mi y pude verme las costillas, los dolores
y mi alma deshidratada pidiendo agua.
Y me recibí. Me acaricié. Me perdoné.
Me recosté sobre mi hombro.
Me nombré con mi propia voz.
Y me encontré.
Distinta, pero intacta. Me tuve otra vez.
Y entonces, magia.
Magia.
Tengo las llaves de las puertas que quiero abrir.
Aquí, adentro.
Afuera sólo están las cerraduras.
Pero yo decido dónde ….
Yo elijo cómo…
Yo elijo con quién…
Yo elijo qué quiero…
Yo decido qué merezco.
Y la magia volvió a mi porque nunca se fue,
porque siempre habitó en mi,
pero no me permitía verla por rechazarme…
Y así bajé a mis sombras y resucité,
me abracé, me acepté y seguí viva.
Y entonces, magia.
Magia.

Lorena Pronsky